En la cabaña Genética del Este se integra el manejo de las pasturas y la selección de animales con manto claro, ideales para los climas rigurosos por insolación y por altas temperaturas.
Ambiente + genética. Una fórmula, o más bien una lógica, que según la concepción de la ganadería bovina que se vive en la cabaña Genética del Este es irrenunciable. Es que en el manejo concienzudo de cada uno de esos factores se fundamenta el modelo de «ganadería de precisión», que tiene por norte optimizar el uso de todos los recursos, en función de mejorar los índices de producción y de hacer de la actividad pecuaria un motor de desarrollo donde sea que ella se practique.
«Si vos no hacés una ganadería de precisión, la genética no se expresa en su total dimensión si no está en el ambiente adecuado y el ambiente no funciona si la genética no está a la altura de las exigencias. Es una interrelación que demanda poner igual dedicación en el cuidado del entorno natural y en la selección de los parámetros genéticos adaptables a ese entorno», dice a La Nación Ezequiel Sack, presidente de Genética del Este, una firma proveedora de genética con más de 25 años de experiencias ganaderas, que se reivindica como «familiar» y que trabaja con las razas Angus y Murray Grey como base de sus rodeos, en la Cuenca del Salado, el norte de Santa Fe, Santiago del Estero y en Esquel.
«En nuestra concepción, el animal está determinado en un 30% por la genética y en un 70% por el ambiente. Y precisión es trabajar tanto con el 30% que puede ser medido con sistemas de información estandarizada, como con el otro 70%, con el manejo de las pasturas, para hacer eficiente el uso del 100% de los recursos», señala Silvina San Martín Sack, directora Ejecutiva de la firma y esposa de Ezequiel.
Entre los parámetros genéticos que no quedan librados al azar se destaca la producción de toros con bajo peso al nacer, que no generarán problemas de parto. «Esa es una herramienta de precisión. Y como ella hay otros parámetros medibles, como mayor fertilidad; más grasa; longevidad, son todos rasgos que se pueden medir y que hacen a un tipo de animal utilizable en forma rentable. Porque nuestra visión siempre estuvo puesta en kilos por hectárea y no en kilos por animal, que es muy distinto», afirma el ganadero. Y sobre este último punto detalla que en el campo de la Cuenca del Salado la producción promedio es de 177 kilos de carne por hectárea por año. «Este dato nos parece muy significativo, dado que es sobre la totalidad del campo, de 4500 hectáreas. Si bien en ensayos sobre módulos particulares dentro del campo llegamos a picos de 300 kilos, lo realmente consistente es estar produciendo 177 kilos de carne de promedio en un campo de cría, lo que demuestra la eficiencia de un rodeo absolutamente pastoril y los altos índices de salud del pastizal», destaca.
Silvina añade que hay indicadores que no se pueden resignar al momento de seleccionar un biotipo, tales como el índice de preñez y el índice de parición, y detalla que en Genética del Este, si bien los porcentajes de preñez dependen de varios factores, «estamos entre el 91 y el 92%, en tanto que la merma ronda el 5%, según el promedio de los últimos cinco años».
Y en tiempos en los que la ganadería sigue su desplazamiento hacia zonas marginales, la característica de precisión sobre la que hoy se enfoca una buena parte del trabajo de Genética del Este es en el manto de color claro de los animales, como una herramienta de adaptación a ambientes rigurosos, con alta insolación y con temperaturas elevadas. Ahí entra en escena la raza Murray Grey, que se originó en Australia y que fue introducida en la Argentina en 2000.
«El color blanco es ganadería de precisión, está demostrado científicamente por estudios hechos en Australia que cuando las temperaturas de los ambientes en los que se desarrollan los animales son rigurosamente altas, el manto claro del Murray queda estabilizado, mientras que los colores oscuros elevan la temperatura corporal del animal en 5º. Ese aumento de temperatura pone al animal en situación de subsistencia, mientras que el animal con manto claro sigue en producción», explica el ganadero.
Silvina agrega que subsistencia indica que si la vaca está preñada puede abortar o que reducirá notablemente la conversión de pasto en carne, por lo cual va a poner en riesgo los índices de producción. «Esto no es algo limitado al norte argentino, pasa en nuestro campo de la cuenca del Salado, a orillas del río Samborombón, donde el verano pasado llegamos a registrar al sol un pico de 50º», señala. Y añade que en la producción de animales rústicos, el foco está puesto en ejemplares de tamaños moderados, «que nos permite maniobrar con otra velocidad en ambientes rústicos, donde además de calor puede haber momentos de inundación o períodos de sequía. Un animal rústico y de tamaño moderado resiste de mejor modo los períodos de restricción alimenticia».
En este desafío de generar un animal que se adapta a condiciones restrictivas en su entorno natural, el biotipo es presentado por Genética del Este como un seguro de producción, porque ese animal puede soportar todas estas restricciones ambientales para las que está preparado. «En cambio, un animal que se vuelve insumodependiente, frente a adversidades climáticas hace que el negocio deje de ser rentable. Lo que nos orienta en el manejo de la selección genética y en el tratamiento del ambiente es la rentabilidad. Lograr animales que den ganancia, para que haya productores que tengan ganancias y para que ello genere inversión y crecimiento dentro de la actividad. Una ganadería que depende constantemente de insumos (alimento) para prevalecer dura lo que dure el entusiasmo de quien hace ese tipo de ganadería», asegura Ezequiel.
Como instancia superadora del Murray Grey pensada para las zonas subtropicales, Genética del Este apuntó a desarrollar el Greyman Argentino, una nueva raza generada a partir de la cruza del Murray y el Brahman. La raza británica, denominada también como «Angus blanco», no sólo por la excelente calidad de su carne sino por cuestiones genéticas compatibles con el Angus, aporta justamente la calidad carnicera y la raza índica, su rusticidad y adaptación a las zonas marginales. «Cuando nos planteamos ir hacia el norte, el desafío fue qué podríamos mejorarle nosotros a razas que hicieron mucho por el desarrollo de la región como el Brangus y el Braford, y la respuesta fue el Greyman, que vendría a mejorar cuestiones como el pigmento y el temperamento, dada la docilidad aportada por el Murray. Suena pretencioso, puede ser, pero lo hicimos con la premisa de mejorar la oferta de razas adaptadas a la región», cuenta Silvina.
Productores de pasto
«Somos productores de pasto y las vacas son nuestras más eficientes cosechadoras, por eso trabajamos con ellas, para que mejoren la transformación de eso que nosotros producimos en carne. Si no aprendés a manejar el recurso pasto, estás condenado», afirma Ezequiel, con una gestualidad que no dejó lugar a dudas sobre el valor que tiene el trabajo con el entorno natural sobre el que será aplicada la genética bovina. En el campo base de la firma, en Punta Indio, en plena cuenca del Salado, trabajan con las pasturas nativas de la región, como raigras, cebadilla, trébol blanco y lotus.
Silvina explica que el trabajo con las pasturas implica interpretar los tiempos de cada potrero. «Esto no puede hacerse como si se tratara de una máquina, ya que las respuestas no son en todos los casos iguales y están dadas por la estructura de los suelos. En el campo de Punta del Indio hemos determinado que en primavera/verano tenemos una velocidad de crecimiento del pasto de tres días. Entonces, si el animal permanece en un lote más de tres días come la planta y como creció come el rebrote y ahí ya estoy castigando todo el proceso regenerativo. Por este manejo, en muchos de nuestros campos logramos el doble de carga animal que nuestros vecinos». La productora sustenta sus dichos en datos y cuenta que en la zona de Punta Indio la carga animal por hectárea «oscila de 0,5 a 0,7 equivalente vaca, pero en nuestro establecimiento, gracias al manejo estratégico de pastizales y a una genética con más de 20 años de selección, la carga promedio asciende a 1,4 equivalente vaca».
Para resumir la experiencia de conciliar el trabajo con el ambiente y la selección de un biotipo determinado para sacar el mejor provecho del entorno, Ezequiel detalla: «Estamos produciendo pasto; promoviendo la regeneración del ambiente; mantenemos una cobertura permanente que minimiza la entrada de insectos y malezas, y además ponemos arriba de esa pastura una vaca que está preparada para dar lo mejor de sí en su entorno, incluso en los días de muy altas temperaturas, refractando el sol con su manto blanco. Porque yo no puedo poner media sombra sobre todo el campo, pero sí puedo poner un animal con el color adecuado para adaptarse al clima. Y ahí descolla el Murray Grey y, más aún, el Greyman Argentino».
El Greyman se asoma a la pista de Palermo
«Si todo va bien, en 2017 tendremos el primer Greyman Argentino de pedigree en el mundo desfilando en la pista de Palermo durante la próxima Exposición de la Sociedad Rural Argentina», cuenta con orgullo Silvina. Ezequiel añade que desde Genética del Este se generó una nueva raza, en un momento en que en el mundo no surgen razas nuevas. «Creo que es bueno para la Argentina, esta raza se desarrolló acá y da respuestas a necesidades de estos tiempos. No surge por un capricho, ni es una raza exótica, como ha sucedido en algún momento de la ganadería argentina», asegura.
En opinión de Silvina, «la genética se puede usar mucho más para generar este tipo de respuestas concretas que para desarrollos más utópicos como la clonación. Creemos en emplear la genética para hacer más productivo el negocio ganadero real». Y añade: «Yo trabajo para la generación que viene y considero que Genética del Este debe trabajar con ese concepto, porque nuestros hijos crecen y necesitarán que este trabajo que hoy estamos desarrollando funcione. Es inevitable».
Dante Rolfi