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Tras un largo tiempo con una compraventa desfavorable para el engorde, el kilo de ternero se ubica hoy en un valor similar al del novillo. Luego de la suba de los granos y la imprevisibilidad del clima, los escenarios de las diferentes posiciones fueron cambiando.

 

El feedlotero se vio presionado tras el aumento en los costos de la alimentación y trato de bajar el precio de la reposición para que el negocio cierre. En su terreno  tiene una ecuación muy ajustada que se define por el precio de compra, el costo del alimento y el precio de venta a los 90/100 días. Por lo que sus números son muy finitos. La ventaja es que si no le gusta el valor de la invernada puede guardar el grano en el silo y tener los corrales vacíos. Por ejemplo, se puede ver que cuando vale $35 no compra, tampoco lo hace cuando baja a $ 34 y si llega a $33 o $32 y el precio le resulta atractivo sale a comprar. Entonces, le pone un piso a la invernada. Además, si hay sequía o inundación, está presente en el mercado lo cual resulta importante para el criador.

 

Incluso influyeron los invernadores de campos intensivos y cuando todos los jugadores se comportan igual, el mercado ajusta a la baja.  Motivos por el cual, en los últimos días, la compra venta se ubicó casi uno a uno ubicándose $ 32 y $ 32/33, la relación novillo/ternero, algo que no se veía desde hace tiempo.  El maíz que estaba a $700/ton llegó a $2.800 y la soja también ajusto su precio haciendo que los granos valgan lo que tiene que valer. En consecuencia, este cambio drástico, acentuó la retracción del precio de la invernada, propia de la estación del año, y se está pagando lo mismo o apenas un 5% más que el kilo de novillo, cuando históricamente estaba un 10 a 15 % arriba. Aunque tampoco es bueno que la ecuación sea tan desfavorable para el engordador, como ocurría cuando el ternero era 40% más caro que el gordo.

 

Otra cosa que influyó en la relación compraventa, fue la adversidad climática que jugó un papel importante en la comercialización. Debido a las lluvias extendidas e inundaciones en muchas zonas del país las ventas de invernada se atrasaron porque no se podía salir de los campos provocando que el mercado permaneciera frenado casi un mes entero y luego la avalancha que impactó en los precios.

 

Y por supuesto no se puede descontextualizar la incertidumbre macroeconómica, la inflación de los últimos meses y las elevadas tasas de interés bancarias prohibiendo que los productores que buscaban jugar con el precio vendiendo de forma escalonada tuvieran que salir a vender.

 

Una realidad es que la oferta se vio incrementada provocando que los valores de la invernada se amesetaran. De todas maneras y, más allá de la elasticidad, se prevé tener un segundo semestre más animado.

 

Soledad Gómez Schweizer

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