Mientras todos buscan responsables por la suba al mostrador, los números demuestran que en un mercado con cientos de frigoríficos y matarifes, miles de minoristas y millones de consumidores, nadie puede manejar los precios. Contar con datos consistentes y mejorar la transparencia, claves.
En las dos semanas siguientes al ballotage, el precio en Liniers tuvo un raid alcista que lo llevó 28% arriba, lo que se sumó al 15% que venía acumulando desde julio. Sin embargo, era difícil que esos mayores valores se trasladaran sencillamente al público.
Luego de ese pico, injustificado e insostenible, durante las siete semanas siguientes, hasta mediados de enero, la hacienda perdió 5/6 partes del aumento mientras el precio de la carne ya había sido motivo de tapas de los diarios. En las últimas dos semanas, se recuperó el 25% de aquella suba, con lo que el valor en Liniers quedó 17% más arriba que antes del ballotage ó sea 6% en términos reales (ajustado por inflación).
Comenzó entonces un debate público, con intervención del Gobierno, entidades empresarias, gremiales, políticas, analistas, etc., sobre si debía haber bajas en las carnicerías. Como muchos otros, se caracterizó por la defensa de los propios intereses, los prejuicios campantes y la falta de información precisa.
Para analizar lo que sucedió en el mercado, desde Valor Carne tomamos el precio de la hacienda (promedio ponderado de novillos, novillitos y terneros/as en el Mercado de Liniers) dividido en las mismas 4 semanas estadísticas que incluye cada mes y lo comparamos con el índice del precio de la carne en la Capital Federal que elabora una de las consultoras más serias de la plaza.
Se escogió como base el trimestre febrero-abril, que es el que presenta menor volatilidad en el precio de todo 2015. Si en trece semanas los precios se movieron poco, se puede pensar que los márgenes de cada eslabón de la cadena eran los normales para la situación del mercado. Además, se compara el precio en Liniers de una determinada semana con el correspondiente a dos semanas más tarde en el precio al público, ya que es el tiempo habitual que toman los cambios.
En el gráfico se pueden ver estas dos curvas desde agosto, cuando ambos precios estaban alineados, 10% arriba de la base.
Allí se ve que las carnicerías fueron traspasando los mayores precios de la hacienda hasta que, con el gran aumento de la primera semana de diciembre, no lo pudieron hacer. Es decir, el precio al público se estancó, mientras Liniers quedaba muy arriba y luego fue bajando, para reencontrarse ambos hace dos semanas.
Para reflexionar:
- Si el precio en Liniers no cambia, no se pueden esperar bajas al público. Es más, la recuperación de las últimas tres semanas permite prever nuevas alzas.
- El afán por buscar responsables de la situación muestra desconocimiento del grado de atomización del mercado de ganados y carnes y de cada uno de sus eslabones. Nadie, por malo o avaro que sea, puede moverlo a su antojo.
- En todo caso, si hubiera distorsiones, deben ser achacables a una regulación perfectible y no a la voluntad de personas o grupos.
- Opinar sobre precios al público, sin una medición consistente, sólo basados en percepciones, no es posible. Esto resalta la necesidad de recuperar el INDEC.
- Ni los carniceros supieron defenderse, a pesar de los números que muestra el gráfico, y terminaron acusando a los ganaderos de falta de generosidad, algo por cierto descabellado.
- Que el aumento al consumidor haya sido menor que el de la hacienda, en esta ocasión, no se debió a la bondad de carniceros o supermercadistas sino a que el mercado ajusta rápidamente. Esto también implica la inconveniencia de la intervención estatal. Además, seguramente ese menor margen de los minoristas ha de haber sido compartido con los eslabones previos (frigoríficos, matarifes, distribuidores) y hasta ayudado con los mejores precios de los subproductos luego de la unificación cambiaria.
- Anunciar la importación de carne o de hacienda no tiene que hacerse como una amenaza sino que debe ser una constante de la operatoria de la cadena cárnica.
- Aunque este episodio termine sin mayores consecuencias, hay que abocarse rápidamente a los temas de mejorar el entorno regulatorio de la actividad como impuestos, sanidad, competencia y transparencia, pendientes desde hace décadas.
Miguel Gorelik