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La institución señala la importancia de que la producción y la industria se adapten a la evolución de las preferencias del consumidor para mejorar la competitividad. El impacto para los países del Mercosur.

 

Un trabajo publicado recientemente por el Rabobank muestra que en el país del Norte  se producen cada vez más animales de calidad superior, a mayor costo, para satisfacer una demanda que prefiere crecientemente carne picada, de menor precio, y en la que la clasificación del animal es mucho menos relevante.

 

Mientras que el consumo per cápita cayó desde los 44 kilos anuales, en 1974, a los 24 kilos previstos para 2014, los ganaderos han buscado mejorar la clasificación de sus carcasas para lograr las bonificaciones de precios que derivan de la venta de los cortes más caros, incurriendo para ello en costos más elevados de producción. Así, las clasificaciones Choice y Prime pasaron del 55% de la faena total, hace 10 años, al 70% en la actualidad. Sin embargo, los cortes caros, bife, lomo y cuadril, representan sólo el 20% de la carne producida y el resto se debe destinar a mercados secundarios, lo que significa ineficiencias para toda la cadena.

 

A su vez, la demanda de carne picada que se utiliza como materia prima para hamburguesas, tacos y burritos, entre otros, ha ido aumentando hasta representar el 62% del consumo total, debido a cuestiones económicas y de conveniencia.

 

En línea con esta tendencia, la relación de precios entre ambos productos se ha ido estrechando. Históricamente los cortes caros valían entre 2,3 y 2,7 veces más que la carne picada, pero desde 2004 la proporción bajó hasta llegar a 1,5, sin asomo de que el deterioro se detenga.

 

El estudio del Rabobank concluye que para mantener la competitividad de la cadena de carne vacuna estadounidense, tanto interna como externamente, se requieren cambios importantes en su modelo de negocios.

 

La principal propuesta es que los ganaderos definan, lo más temprano posible, cuáles son los animales que se criarán con raciones caras de alimentos de alta energía, para satisfacer a la pequeña proporción del mercado de cortes de alto precio, y cuáles serán alimentados por más tiempo sobre pasturas, con una dieta menos energética y un encierre mucho más corto.

 

En tanto, el Rabobank sugiere una mayor importación de carnes magras para mezclar con las carnes picadas nacionales, aunque las limitaciones de Oceanía, debido a  problemas climáticos y por la mayor demanda china, y la falta de disponibilidad de otros exportadores no ofrecerá un volumen adicional como el que se necesita. Esta apreciación contempla la autorización prevista para la carne brasileña y otros países de Sudamérica.

 

En opinión de Valor Carne, con un cambio en los modelos productivos como el propuesto por la institución, habría mayores porcentajes de animales criados “para carne picada” en los EE.UU, lo que limitaría la oferta de cortes caros de la mayor calidad, mejorando sus precios y ampliando las posibilidades de otros exportadores.

 

En síntesis, no sólo se mejoraría la competitividad de la cadena cárnica estadounidense sino también las posibilidades para los cortes de alto valor de las ganaderías del Mercosur, cuando los mismos sean plenamente aceptados.

 

Valor Carne

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