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Qué alimentos tendrán mayor demanda a nivel global en los próximos años, cuáles serán los perfiles laborales requeridos y cómo habrá que preparse para estos desafíos, en la visión de Fernando Vilella de la UBA. “Hay que entender el mundo que viene para poder insertarnos en él”, dijo el académico.

 

Ante el nuevo ciclo político que se avecina en la Argentina, Fernando Vilella, de la Facultad de Agronomía de la UBA, resaltó la importancia de valorizar las fortalezas del país en la producción de alimentos y reorientar los paradigmas para aprovechar las oportunidades de un mundo donde las clases medias crecen fuertemente, en naciones deficitarias en recursos naturales.

 

“Sólo el 10% de la población global vive en países con excedentes de alimentos: Estados Unidos, Australia, Canadá, Nueva Zelanda, Ucrania, Brasil, Paraguay, Uruguay y la Argentina”, dijo Vilella en el Seminario de Bionegocios realizado recientemente en Buenos Aires. Y planteó que “no se trata sólo de tener la mejor relación suelo cultivable y agua dulce por persona, sino que hay que contar con tecnología, infraestructura, recursos humanos capacitados y un empresariado activo que trabaje en conjunto con el Estado”.

 

El mundo cambia

 

En los años ‘60 había 3.000 millones de personas, actualmente hay 7.200 millones y en 2050 se llegará a 9.000 millones, un avance que año tras año abre oportunidades a la industria alimentaria mundial. Además, actualmente en el sudeste asiático vive tanta gente como en todo el resto del globo terráqueo, lo cual asigna un valor estratégico a esos mercados.

 

Un ejemplo, es la reciente autorización de China para que las familias puedan tener un segundo hijo, que ya mostró un primer correlato en el sector agroindustrial. “Es una gran noticia para países productores de alimentos, ya que habrá un 25/30% más de nacimientos en la población más numerosa del planeta. O sea que cada dos años se incorporará al consumo algo así como todos los habitantes de la Argentina. Y de la mano de esta decisión,  algunas de las acciones que más crecieron en los últimos días fueron las de Nestlé y Danone, grandes proveedoras de leche a nivel global”, indicó Vilella.

 

Otro aspecto importante es la expansión de la clase media global. En 2009, había 1.800 millones de personas y se pronostican 3.200 millones para 2020 y 4.900 millones en 2030. “Lo saliente es que este incremento se da principalmente en Asia, es decir en países fuertemente deficitarios en alimentos. Hoy, la clase media más grande del mundo no está en los Estados Unidos, sino en China. Incluso, en 25 años habrá ahí 190 millones de personas de clase media alta”, subrayó Vilella.

 

Junto a estos cambios, se pasó de un eje político EE.UU.-Europa a otro de China-EE.UU., lo que se refleja en el comercio internacional. “Los diez principales puertos, según el movimiento de containers, están en China, Singapur y Dubai. Rotterdam, un tradicional punto de ingreso a Europa para las carnes argentinas, por ejemplo, aparece recién en el onceavo puesto, y Hamburgo en el catorceavo”, enumeró el académico.

 

Nuevo enfoque

 

“Si la Argentina planea producir alimentos de alto valor, sofisticados, agregando inteligencia a la biomasa, tendríamos que reposicionarnos para atender a los consumidores capaces de pagarlos e incluso aprender otros idiomas”, propuso Vilella.

 

Además, se necesitarán perfiles laborales diferentes, ya que cada vez habrá que aplicar más conocimientos. “Las dos terceras partes de los niños que hoy entran a la escuela tendrán que desempeñarse en tareas que aún no han sido inventadas. Los que ingresamos en los ‘60, no pensábamos en la robótica y en los ‘70 y ‘80 ni soñábamos con los drones. El cambio tecnológico se acelera y esto es un gran desafío para la educación”, señaló Vilella.

 

En tal sentido, prosiguió: “habrá una disminución drástica de trabajo rutinario, a la par de un enorme avance de la automatización”. Y subrayó que “ciertas industrias, que medio siglo atrás era claves en la generación de empleo, en diez años perderían el 50% de los puestos tradicionales. La irrupción de la robótica será impresionante, la gente trabajará controlando las computadoras, pero ya sin overol ni engrasados. Serán ingenieros con altísima formación”.

 

Por eso, “cuando se habla de un modelo industrial habrá que pensar en otras complejidades, porque los nuevos paradigmas estarán más alineados con la inteligencia incorporada. Eso es lo que viene”, aseguró Vilella.

 

Así las cosas, enfatizó que “la educación pública de calidad resulta estratégica para el país. Sin embargo, advirtió que “las pruebas internacionales (PISA) demuestran que nuestros estudiantes están cada vez más atrasados. Lejos quedó el liderazgo que mantuvimos durante buena parte del siglo pasado, dando lugar a varios Premios Nobel en ciencias. Hoy, los países asiáticos ocupan los primeros puestos”.  Al respecto, indicó que “si aumentáramos 25 puntos en los exámenes PISA, igualando a Uruguay, podríamos triplicar nuestro PBI en 15 años. Un tema clave para el próximo Gobierno”.

 

Proteínas se buscan

 

El mayor incremento en la demanda global de los consumidores, se dará en rubros de alta densidad nutricional. Es decir, en alimentos que contienen más cantidad de proteínas, minerales y vitaminas por cada caloría. “El interrogante es, entonces, qué países estarán en condiciones de abastecer esta demanda”, se preguntó.

 

En ese sentido, desde 1960, la producción de alimentos per cápita se triplicó, superando los 800 kg/ha/año: 70% por mejora en la productividad y 30% por expansión de la superficie. “De aquí en más, no se crecerá mucho más en tierras, habrá que hacerlo en rendimientos, sobre todo, en los ambientes más ricos”, sostuvo Vilella. Y detalló que “si en la Argentina aumentara un 30% el rinde agrícola en la región pampeana, sería equivalente a desafectar dos millones y medio de hectáreas del NOA o NEA. Estamos muy lejos del techo productivo”.

 

También, varió la composición de los alimentos disponibles a nivel mundial,  avanzando hacia productos de mayor valor. “Se producen menos cereales, per cápita, que tienen baja densidad nutricional y mucho menos raíces tuberosas, que son hidratos de carbonos puros. En cambio, hay más hortalizas, frutas, quesos, carnes, huevos y pescados”, afirmó.

 

Con respecto a las carnes, en los ‘60, con 3.000 millones de personas, se producían unos 30 kg per cápita y en 2010, 7.000 millones cuentan con más de 50 kg. “Lo significativo es que las proteínas animales, sobre todo cerdos y pollos, se producen con maíz local y soja  importada de los Estados Unidos, Brasil y Argentina. Sólo tres países proveen el 80% de esta ‘proteaginosa’ y más del 70 % lo compra China. La Argentina ha vivido de esto en los últimos años, es hora de sumar nuevos rubros con más valor agregado”, aclaró Vilella.

 

Otro aspecto a considerar en una estrategia exportadora, es el avance de las comidas preparadas fuera de la casa, sea en un restaurante o compradas en el supermercado y listas para consumir. “Se prevé que hacia 2040 esta modalidad acaparará el 65% de la población china, unos 1.400 millones de personas, que necesitarán varias raciones diarias”, anticipó.

 

Finalmente, Vilella resaltó que todo esto significa una oportunidad gigantesca. “No es tarea fácil, hay que construir marcas, diseños, marketing, redes globales, marcos normativos y favorecer fuertemente la inversión. En definitiva, la posibilidad de insertarnos en el mundo como país capaz de alimentar a las nuevas clases medias, es un verdadero reto para la Argentina que viene”, concluyó.

 

Liliana Rosenstein

Valor Carne

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