Dos operadores de la cadena cárnica brindan un panorama de la actividad en el centro santafecino. Afectada por altas temperaturas y exceso de precipitaciones, ahora se suma la crecida del Paraná.
La gran cantidad de precipitaciones registradas desde fines de enero en el centro santafecino, que en lo va del año llegaron a los 900 mm, llevó al anegamiento de campos y a la pérdida de pasturas, perjudicando a la ganadería de la zona.
“A nosotros nos dificultaba las cargas y el cumplimiento de las faenas. Al principio el novillo gordo estaba, el problema era la transitabilidad de los caminos”, dijo José Luis Arnó, Gerente de Hacienda de la planta de Quickfood, en San Jorge. Y agregó que “luego, como no se podía dar suplementación por falta de piso, se afectó el engorde de los animales. Los que estaban en los feedlots también sufrieron, vivían sobre el barro y las ganancias de peso bajaron. Todo esto se nota en la faena”.
Quickfood procesa 630 cabezas por día, la gran mayoría novillos tipo exportación. “El 22% de nuestra faena son overos pero, ahora, por falta de calidad, bajaron al 10%. Tenemos más rechazos, llegamos a un 20% de tipificación N con grasa 0, que no son aptos para Hilton. Para cubrir este bache necesitamos comprar más Braford y mestizos que están alejados y salen más caros”, planteó. En ese sentido, en 2012/13, la firma recibió 2.600 toneladas de cuota Hilton que cumplió en tiempo y forma.
Para Rogelio König, asesor de Hacienda de la Cooperativa Guillermo Lehmann, los problemas comenzaron antes, con los fuertes calores de fines del año anterior.
“Las vacas Holando sufren mucho con las altas temperaturas, algo que arrancó ya en noviembre/diciembre. Luego, en enero, empezaron las lluvias y no pararon, de modo que desde hace seis meses que las vacas pisan barro. Y, a la hora de los tactos, se encontró que las preñeces no eran ni parecidas a las que tendrían que ser”, contó.
La Cooperativa Lehmann, con su casa central en Pilar, Santa Fe, realiza 220 remates por año, operando 170/180 mil cabezas de ganado, una mitad con destino a faena y la otra para invernada.
“Si hacemos un remate en Pilar, por ejemplo, donde juntamos unos 1.300 animales, generalmente 850/900 son Holando. Este año, hubo más vacas de descarte por los problemas climáticos. A su vez, bajaron de categoría, las que eran gordas pasaron manufactura y las que eran manufactura, a conserva. Y cuando pierden categoría valen menos. Además, si habitualmente llegaba con 600 kg, con las penurias, venían con 550 kg. Los terneros también perdieron kilos”, relató.
Para König lo peor es que los productores se quedaron sin alfalfas. “Es el caballito de batalla de la zona, tanto en carne como en leche. Por eso, desde la cooperativa, les hemos ofrecido alimentos balanceados y semillas a largo plazo y sin intereses, para que puedan recomponerse. Por suerte veníamos de años buenos”, subrayó.
De islas y tierra firme
En cuanto a la crecida del Paraná, actualmente las islas no tienen novillos gordos porque el grueso de la categoría se envía a faena de enero a abril. “Hasta el 15 de mayo sale lo óptimo, luego los pastos pierden calidad, se dispara el pH de las reses y no califican para Hilton. Lo que está saliendo en este momento es la invernada; algunos, la llevan a campos altos y otros al feedlot, pero en este último caso, pasa ser UE no Hilton. Pienso que habrá menos oferta de animales para la cuota”, remarcó Arnó.
Por lo pronto, la crecida no ha sido de la magnitud de otras veces. El pico llegará en los próximos días pero en la zona piensan que no alcanzará los niveles que se esperaban. De cualquier modo, ante la alarma, muchos productores sacaron su ganado de las islas porque generalmente tienen campos altos, donde llevarla.
“Ya no necesitan vender forzadamente, están organizados, armaron feedlots. Sólo se deprenden de algunos animales para atender los gastos que demanda esta emergencia. Hicimos un remate en Helvecia y la cantidad de cabezas que reunimos fue apenas un poco mayor que lo normal”, indicó König.
Sin embargo, el asesor de la cooperativa señaló que “cuando la hacienda sale de las islas, pierde kilos con el traqueteo; algunos la sacan cruzando el río a nado y otros con balsas, depende de lo que tengan. Los isleños están muy duchos, ya les ha pasado que se pensó que el agua no venía, después se inundó y se les ahogaron animales. Ahora, no se dejan agarrar”.
Un problema adicional para la ganadería de las islas es que luego de una inundación invernal no se puede volver rápidamente por el estado de los pastos. “Aún así, los productores son muy nobles, nunca bajan los brazos y desde la cooperativa buscamos apoyarlos”, finalizó König.